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Juan Simbrón, la paloma blanca que sigue volando

Por Fernando Hernández Flores

En el  lema de la Cátedra Juan Simbrón se considera que hay que “Escuchar con lealtad y disciplina a los mayores, la voz, la palabra, la experiencia y la sabiduría de los abuelos, porque ellos son el alimento espiritual del cuerpo, obra transformadora del hombre y la grandeza cultural”. Es ahí en el kantiyan, casa sagrada de los abuelos, donde se encuentra el árbol de buena fruta que comparte la semilla transformadora.

El tata Juan Simbrón Méndez siempre defendió a los indígenas y no indígenas, así como el uso de traje totonaco con el ejemplo de su liderazgo. El pantalón de manta, la camisola, el paliacate, el sombrero y los botines negros lo definieron. Cierto día, don Juan tenía una reunión con un funcionario muy importante. Previo a eso, llegaron unas personas y le mostraron un traje elegante como de burócrata para que se lo pusiera al momento de la entrevista, inmediatamente les respondió enérgicamente que don Juan no se pondría eso, que si lo querían recibir sería con su ropa de totonaco. A partir de ese instante se le reconoció como la Paloma Blanca.

En otra ocasión, varios integrantes del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas les urgían localizar a don Juan Simbrón. Llamaron y llamaron a su casa y no pudieron localizarlo. Es así que, decidieron aventurarse en su búsqueda hacia el hogar del tata Juan. Ellos solo sabían que vivía en Papantla. De pueblo en pueblo fueron preguntando, hasta que unas personas les indicaron donde estaba la casa de Juanito, ahí en Zapotal. Llegando a su casa, sus familiares les comentaron que se había ido a trabajar al campo. Los visitantes se hicieron acompañar por alguien de la familia y fue así que entre el potrero y la milpa, ahí estaba Juanito Simbrón. Cuando los vio, su rostro mostró una inmensa emoción y todos se abrazaron. Ellos consideraban que un líder como don Juan no estaba para seguir trabajando en el campo, sin embargo ese era el Presidente del Consejo Supremo Tradicional Totonaco.

El tata Juan Simbrón comentaba, “Ahí donde está la zona arqueológica del El Tajin, en la Pirámide de los Nichos, ése es el centro ceremonial más importante de la cultura Totonaca, porque ahí está la cuna de la sabiduría. Muchos años atrás, la pirámide estaba construida con madera fina, pero un día, nuestro sabio Dios la convirtió en piedra, y desde entonces se le conoce como la piedra que humea, porque desde la cumbre de la pirámide se realizaban las ceremonias de pedimentos a un ser supremo, al ser creador”.

Cuando a los indígenas les llegaba un apoyo para incrementar su productividad, todos se formaban y hasta tata Juan lo hacía. Si recibía 5 pesos, él los tomaba gustoso e inmediatamente volteaba hacia atrás y a quienes le seguían  les otorgaba un peso a cada quien, hasta quedarse sin nada.

Tata Juan como todo gran defensor de los pueblos originales tuvo una rígida formación, se ilustró con la música del tambor y la flauta, así como la danza; hizo que Papantla perfumara al mundo con sus voladores, su vainilla, su gastronomía, su centro de artes indígenas, su zona arqueológica y su inmensa sabiduría de un pueblo vivo. Su palabra es su palabra, es su esencia la que sigue en movimiento como la paloma blanca que vuela desde los altos cielos, que atraviesa nubes, que descubre montañas, que saluda al viento, que convive con el padre sol y la madre luna, que se ha unido con la madre tierra, que escucha a las aves y sobre todo, la paloma blanca vuelve la mirada hacia la ciudad del dios trueno, el Tajin. Nuestro querido abuelo ha trascendido, ha transmigrado, se ha transformado en una hermosa ave con plumaje radiante. Juan Simbrón Méndez, es la paloma blanca que sigue volando.

Paxkatkatsini. venandiz@hotmail.com Twitter @tepetototl

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