EL DESCANSO DE CONTAR CON SEGURIDAD JURIDICA RESPECTO A NUESTROS BIENES INMUEBLES
Por José Arturo Alcántara García
En las películas de Pedro Infante, el ídolo de México que, -dicho sea de paso-, no necesita reivindicación alguna respecto a su fama de mujeriego parrandero y jugador, pues se sobreentiende que era un artista donde su histrionismo retrataba a la sociedad, no pasa desapercibido para este jurista que la palabra del hombre que, -hoy en día es igual de valida que la palabra de mujer-, constituía la más amplia garantía, era el aval inexcusable, la formalidad vasta y el elemento idóneo para crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones, pues solo bastaba que entre dos señorones se dieran la mano y entregaran las escrituras de un Rancho o una Haciendita de 30 Ha. para tener por satisfecho todo el extenuante, ocioso, oneroso, y en ocasiones agotadora retahíla de tramites, formalidades y gestiones para ser titular de un derecho registral ya sea ante autoridad estatal o municipal para el caso de este artículo.
Así pues, era sorprendente ver a dos Dones jugando a los albures o conquián o tercerilla con las escrituras en el pote o al padre parrandero llegar a la casa de madrugada y gritar por los papeles de la casa, porque éstas iban a cambiar de mano por el simple hecho de hacer entrega o firmar el endoso o bien estrechar las manos y luego entregarlos en señal de cumplir a cabalidad con la palabra de un hombre hecho y derecho, honrado en su actuar y con la probidad que su decir es sostenido con su accionar.
Hoy en día esa cabalidad, pulcritud, probidad y honra en el empeño de la palabra, ha quedado en desuso gracias a las malas practicas de defraudadores, inescrupulosos, ratas de dos patas que abusan de la buena fe de las personas, aprovechando para aclarar a nuestros lectores que la “buena fe” paso a ser una falacia, la misma ya no existe, pues siempre hay que comprobar con documentos, llámese soportes, constancias reportes, certificados, y un sinnúmero de candados legales que las autoridades, han impuesto no para volvernos locos, sino en afán de evitar a éstos desplumadores pajarracos caníbales.
Por eso es que hoy me dirijo a Usted Señor, que se identifica con el Gavilán Pollero, o con Martin Corona o bien con Medina, Señor… Medina, para que no se sirva de la “buena fe”, para que deje de creer en que los machos somos de palabra y que cumpliremos, pues nada mas seguro que el papelito que habla, por eso si únicamente cuenta con un contrato privado de compra venta de su casa o terreno, debe ordenar realizar los trámites de Incorporación, actualización o bien alta de ese patrimonio, piense en sus hijos, en su familia que es por quien finalmente trabajamos todos, en quien ponemos la ilusión de darles lo mejor y entre esos buenos deseos debe ser prioridad nuestra el tener una escritura hecha y derecha un registro a nuestro nombre, obtener el recibo de predial como una forma de alcanzar la titularidad de nuestros bienes inmuebles, pagar el impuesto de traslado de dominio, para que ante el Municipio tengamos ese registro de nuestro predial que nos da la cabalidad y satisfacción de saber que tenemos un patrimonio, pero no sólo dejarlo ahí, sino que además hacer el trámite de Inmatriculación Administrativa de nuestro terrenito, que no es otra cosa sino obtener un asiento registral a nuestro nombre de nuestra propiedad el cual será público, que significa que surtirá efectos contra terceros y que cualquier situación relacionada a dicho terreno casa o propiedad pues habrá que verse y dilucidarse ante el mero mero dueño o sease el Señor Medina, Medina, Señor Medina, hechos son amores y no solo palabras sin acciones. Por eso en lugar de proponerse en este Año 2020 imposibles como dejar de comer guajolotas o jurar no ir a las caguamas los días en que juega el Toluca, les propongo regularizar sus propiedades no solo de dicho, sino de hecho, a través de un acto jurídico necesario para que el próximo 24 brinde por sus seres amados con su papelito en la mano y al irse a dormir descanse a pierna suelta en una permanente noche buena, son los deseos para este año 2020 de su amigo y seguro servidor:
Licenciado en Derecho José Arturo Alcántara García
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