Por fin se fue el comandante Escalona… pero el problema sigue en la presidencia

Por fin se fue el comandante Escalona… pero el problema sigue en la presidencia

Almoloya no necesita compadres, necesita mandos capaces y una policía con rumbo

Por Raúl González Nova

Almoloya de Juárez, México.– Esta mañana se confirmó la salida de Luis Eduardo Escalona Lemus, quien hasta hoy fungía como coordinador operativo de la Policía Municipal. Su despedida fue breve y discreta, pero para muchos elementos significó un respiro después de meses de inconformidades, conflictos internos y decisiones poco acertadas.

Varios policías consultados —que pidieron mantener el anonimato por temor a represalias— coincidieron en que la salida de Escalona representa una esperanza de cambio, aunque también reconocen que el verdadero problema no se va con él. Las fallas estructurales, el desorden administrativo y el clima de desconfianza dentro de la corporación tienen un origen más profundo: la falta de visión y liderazgo desde la presidencia municipal.

“Nos alegra que se haya ido, pero sabemos que mientras el presidente siga decidiendo con base en amistades o conveniencias políticas, nada va a mejorar”, expresó un agente inconforme. Su testimonio refleja lo que muchos dentro de la corporación piensan pero no se atreven a decir abiertamente.

Improvisación y compadrazgo desde la cúpula

Desde el inicio de la administración de Adolfo Solís Gómez, la Policía Municipal ha sido señalada por improvisación en los nombramientos, falta de mando operativo real y ausencia de estrategia. Las decisiones parecen tomarse desde la comodidad del escritorio y no desde el conocimiento del territorio o la experiencia en seguridad pública.

El problema, aseguran fuentes internas, no es la falta de buenos elementos, sino la falta de voluntad política para reconocerlos y promoverlos. En la corporación hay policías de carrera con años de servicio, capacitados y comprometidos con su comunidad, pero han sido relegados por una administración que prefiere a los cercanos, los recomendados o los incondicionales.

La salida de Escalona, quien fue señalado por su trato autoritario y su escasa empatía con los elementos, podría interpretarse como un intento del presidente por “lavarse la cara” ante la creciente inconformidad. Sin embargo, para muchos, este movimiento llega tarde y sin rumbo claro, pues no hay señales de una verdadera reestructuración ni de un plan serio para dignificar la corporación.

La seguridad, en manos del capricho político

La seguridad pública de Almoloya de Juárez no puede seguir dependiendo del capricho político ni del compadrazgo. El municipio enfrenta una crisis de seguridad, con recursos limitados, patrullas inservibles y una plantilla insuficiente para atender más de cien comunidades. Aun así, el alcalde parece más preocupado por el control político de la policía que por garantizarle a los ciudadanos una corporación confiable y eficiente.

Mientras tanto, los policías enfrentan jornadas extensas, equipo insuficiente y condiciones laborales precarias. Muchos deben poner de su propio bolsillo para uniformes, botas o gasolina. Y pese a ello, el presidente municipal exige resultados sin ofrecer las condiciones mínimas para lograrlos.

Resulta contradictorio que desde la presidencia se hable de “seguridad y orden” cuando dentro de la propia corporación reina el descontento y el desánimo. La ciudadanía lo sabe y lo padece.

La oportunidad de recomponer… o de hundir más al municipio

El relevo en la coordinación operativa abre una ventana de oportunidad para recomponer la corporación. Pero esto solo será posible si Adolfo Solís Gómez asume su responsabilidad y rompe con la costumbre de poner a los amigos antes que a los capacitados.

Almoloya de Juárez necesita un mando con experiencia, vocación de servicio y conocimiento real del municipio, no un improvisado más que llegue por compromiso político. De lo contrario, el cambio será solo cosmético, un simple movimiento de piezas dentro del mismo tablero del desorden.

Los ciudadanos esperan resultados, no justificaciones. Esperan seguridad, no discursos. Y sobre todo, esperan que el presidente deje de mirar la corporación como un espacio de control político y empiece a verla como lo que realmente debe ser: una institución al servicio del pueblo.

Porque al final, la pregunta sigue siendo la misma y cada día resuena más fuerte entre los pasillos de la comandancia y en las calles del municipio:
👉 ¿Tendrá Adolfo Solís Gómez la capacidad y la voluntad de limpiar la casa… o seguirá protegiendo a los suyos a costa de la seguridad de todos?