COLUMNAS

Péndulo político 37-B-2020. Libro: Marcuse, Herbert, La sociedad carnívora: Ediciones Godot Argentina 2011

Por DR EN DERECHO EMILIANO MATEO CARRILLO CARRASCO

1 parte  EL ESTUDIANTE -SEMILLA DEL FUTURO- NOS SÓLO RECLAMA UNA REVOLUCIÓN EN SERIO SINO QUE SE LANZA A REALIZARLA. LIBRO: Herbert Marcuse habla a esta Nueva Izquierda. Reflexiona en voz alta La sociedad de la abundancia sacia los estómagos pero aniquila los espíritus.

¡ IMPERIO DE LOS MISMOS CON DIFERENTE COLOR Y GRUPOS DE PODER ¡: “La terrible realidad de corrupción  ante  la ineficiente rendición de cuentas  y trasparencia que permita romper estos males que lesionan a la población.  Ante la naturaleza propia de la fracción IV del  artículo 115 de las funciones de la Hacienda Municipal, así como mecanismos de control de leyes secundarias (ley de coordinación fiscal en sus niveles federal y estatal, y los convenios de adhesión, las leyes orgánicas  de los municipios, las legislaturas locales y federales  ante la pirámide, que esto podría ser una figura no piramidal en forma horizontal. ” ECC

 La Nueva Izquierda es un cuerpo ideológico en gestación, un signo de salud en el cuerpo de una sociedad trastornada. De fin economistas una serie de fenómenos sociales. Exponen diagnóstico de la enfermedad que no s aqueja El intelectual consciente de la podredumbre del «orden» reinante debe abandonar las poses  exquisitas y consolidar una negación positiva, un rechazo germinador.  La sociedad represora no escatima esfuerzos para amordazar al inconforme.

 El activista radical no escatima esfuerzos en la lucha para la erradicación de todas las mordazas. El estudiante sabe que no participa en las decisiones que afectan su futuro; que la Universidad es una simple fábrica de peones culturales, de engranajes para la prolongación de la sociedad represora existente, de materia prima para la perpetuación del Sistema.

Espora ello que toda vez que el estudiante manifiesta su descontento, aparecen voces “sensatas” que desde los temblé que antes pilares del Establecimiento piden represión y proclaman que la misión del estudiante es estudiar y no agitar. “De qué se quejan si tienen todo servido gracias al sudor del pueblo” argumentan las marionetas.

Exponen diagnóstico de la enfermedad que nos aqueja. Esta sociedad nuestra de cada día -flor carnívora- a medida que nos sitúa en la opulencia también nos esteriliza y anula nuestra necesidad biológica de cambio con todas las perturbaciones psicológicas que ello implica. Marcuse no incita a la violencia. Simplemente señala una situación, según la cual la violencia ya existe y se manifiesta mediante todos los ritos represivos de esa sociedad descompuesta que insiste en perpetuarse y-al mismo tiempo- pretende arrastrar a los jóvenes en su caída. Allí donde Marcuse se detiene, allí comienzan desafío a la imaginación de esos jóvenes para que pongan en marcha ceremonias reveladoras. Habla a los jóvenes intelectuales. Despide que abandonen sus complejos de inferioridad.  Les confirma que su rol es limitado, pero que igualmente deben actuar. No es posible esperar que otros hagan. Hay que proponer una alternativa. Y si no la tienen, crearla. Desarrollar potencialidades ocultas del hombre. Resistir la mutilación de la entidad humana por parte del Sistema. Dinamizar la dimensión profunda de la existencia humana. Soltar todos los lastres. No en abstracto sino en concreto. Iluminar, educar.

Desenvolver una conciencia revolucionaria. Los burócratas, los parásitos y los mediocres que forman la infraestructura del Establecimiento paternalista autoritario verán en él a un elemento disolvente.  Los custodios de la estructura totalitaria le pegarán la etiqueta de «monstruo». Los encargados de abolir las disensiones y de fabricar mentes condicionadas lo calificarán de «subversivo», de «idiota útil de credos foráneos», de «aventurero al servicio del caos», de «portador de ideas extrañas al sentir de la mayoría», etc. El pensador radical ha hechos opción. Marcuse: “Todos ustedes saben que sus filas están infiltradas por agentes, por imbéciles y por irresponsables”. Estos buscan establecer un círculo vicioso, estabilizar la cadena frustración-violencia represión, a fin de crear contra-condición propicia para la neutralización de la Revolución que importa. Nunca como ahora se ha hecho tan importante estar alerta ante tales maquinaciones.

El intelectual revolucionario tiene una misión preparatoria que es educar. No se trata de politizar un cuerpo social ya politizado sino de contagiar una conciencia política a minorías creadoras. En principio no contará con apoyo masivo, pero igual debe llevar a cabo su labor difusora. Debe COMUNICAR, expresar todo un universo revolucionario que bulle en su mente y busca encarnarse en entidades humanas reales que lo conviertan en realidad mediante el propio ejercicio del raciocinio emancipador. Debe TRABAJAR dentro de pequeños grupos autónomos y flexibles que actúen desde la periferia de la sociedad hacia su centro. Aunque alguno de sus grupos sea copado por elementos nocivos, ello no pone en peligro el proyecto total.  No existe el partido revolucionario, hay que crearlo. Su finalidad no es capitanear a las masas solidificar una estructura burocrática, sino en última instancia coordinar las acciones de los grupos activos, asociar la información general, compaginarla ponerla al alcance de las mayorías Los problemas básicos son escamoteados por los represores, que mediante maquinarias publicitarias astutamente montadas buscan distraer la atención de las masas.

Hoy la educación debe abrazar mente y cuerpo, razón e imaginación, necesidades intelectuales y del instinto, porque toda nuestra existencia se ha vuelto el sujeto/objeto de la política del planeamiento social. Remarco que no se trata de la cuestión de politizar las escuelas y las universidades, de politizar el sistema educacional, éste ya es político. Sólo necesito recordarles el inaudito grado (me refiero alos Estados Unidos) de participación de las grandes universidades en monumentales operaciones de investigación, cuya naturaleza ustedes conocen en muchos casos, inducidas por el Gobierno o por organismos para gubernamentales. El sistema educativo es político, de manera que no somos nosotros quienes deseamos politizarlo.   El movimiento estudiantil se convirtió en un movimiento de masas, la respuesta es difícil de hallar.  El movimiento estaba ceñido a la Universidad e inicialmente las exigencias eran de índole académica, demandas de reforma universitaria. Pero luego sobrevino el reconocimiento de que la Universidad es, después de todo, sólo un segmento de una sociedad mayor, el Establecimiento, y que el movimiento permanecería aislado al menos queso lo extendiera más allá de la Universidad y golpearan sitios más vulnerables de la sociedad como un todo.

En Francia el movimiento estudiantil halló espontánea ayuda y simpatía por parte de la población, y recibió muy definido apoyo de la clase obrera, tanto organizada como desorganizada, la respuesta que deviene a la mente es doble. Primero, Francia no es todavía una sociedad opulenta. Las condiciones de vida de la mayoría dela población están todavía muy por debajo del nivel del estándar de vida norteamericano, lo cual hace que la identificación con el Establecimiento en Francia sea más floja que con la que aquí prevalece. Segundo,  la tradición política del movimiento obrero francés está viva en grado considerable. Podría añadir una diferencia entre las perspectivas de un movimiento radical en Francia y en este país puede ser resumida recordando que Francia, después de todo, ha pasado por cuatro revoluciones en 100 años. Esto establece aparentemente tal tradición revolucionaria que basta una chispa para revitalizarla y renovarla cada vez que se presenta la ocasión. Ahora este proceso de iluminación y educación radicales no está produciéndose solo fuera de la universidad, pero incesantemente trabajará tendrá que hacerlo- con medios que demuestren de modo claro las metas y valores de la oposición y de las necesidades de cambio.

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