Rafael Loret de Mola
Desafío Publicación: Lunes 5 de mayo de 2014
*Gobernar con Rencor
*Indagatorias Muertas
*El Pecado más Grave
Por Rafael Loret de Mola
– – – – – – – – – – – – – – – – –
Hace una semana, los compañeros periodistas que forman la CONAPE –pronto modificará sus siglas por el carácter internacional que ya tiene con delegaciones de ocho países, uno de ellos europeo, Alemania precisamente-, me honraron al imponer mi nombre al “Pergamino de Oro” que destaca la labor de muchos colegas en pro de la libertad de expresión. Por supuesto, en tal ocasión, invitado a hablar, no podía sino rendir me personal homenaje a la reina de las libertades y me sitúe en el foro a hablar sin el menor resquicio de autocensura, uno de los males más extendidos entre los periodistas a causa de los intereses de sus medios o de los compromisos gremiales o, peor aún, sus nexos soterrados con los gobiernos. Entre la vocación y la claudicación existe un hilo muy delgado.
Por supuesto hablé largo sobre el tema. Estimo que la censura es un verdadero asesinato a la conciencia, un crimen moral que debiera ser motivo, sí, de una justa tipificación como delito, y grave, porque cercena los derechos naturales del hombre –el de la comunicación es vital en cualquier escenario y tiempo-, e inhibe la existencia de quienes son víctimas destruyendo, además, su prestigio que es el mayor capital de los periodistas, escritores, fotógrafos, caricaturistas y cuántos dedican sus existencias al desafío permanente de informar, más cuando se está a contracorriente de los gobiernos autoritarios, y como tales obcecados ante las críticas; esto es, sin otra capacidad de respuesta distinta a la represión vil y al acecho permanente destinado a la intimidación, no sólo contra el profesional de la noticia sino también a la familia de éste.
La censura, mata. Y esto debiera ser relevante para entender la enorme distancia que separa a la libertad de la realidad; al periodismo del poder público desde donde se fraguan, tantas veces, desapariciones y persecuciones endilgadas al crimen organizado, con señalamientos recurrentes hacia las mafias como las organizaciones más interesadas en silenciar noticias…cuando no es así exactamente. En realidad, quienes más fustigan a la crítica y a la relatoría de hechos que no coinciden con las versiones oficiales –casi siempre sesgadas y poco cuidadosas-, son aquellos funcionarios con nexos no confesables, con cárteles y bandas de secuestradores entre otros, y por ende temerosos de ser alcanzados por el fuelle de la opinión pública así sea sólo con el desprecio general y aunque no se llegue a la justicia. Casos hay tantos que cito uno reciente: el del ex presidente del PRI en el Distrito Federal, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, alias “el basuritas” dado que su padre fue dirigente de los pepenadores hasta convertir la posición en cacicazgo hereditario. Igual sucede con el sindicato de mineros y otros más.