MARTHA, UN EJEMPLO DE FORTALEZA PARA ENFRENTAR Y SUPERAR EL CÁNCER
Martha Adriana López García, tiene 66 años, y los últimos 22 de ellos ha compartido su vida con la sombra del cáncer de mama. Este padecimiento le fue diagnosticado el 15 de agosto de 1990; cuando se detectó un tumor de entre cuatro y cinco centímetros que puso en peligro su vida.
Ella sentía una molestia cuando se recostaba del lado izquierdo, como si le dieran pellizcos, acudió entonces a su Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 220 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) donde la sometieron a un par de biopsias, su muestra fue enviada al Hospital de Gineco Obstetricia No. 4 en el Distrito Federal, que contaba con la última tecnología de la época, para realizar el análisis…
Martha Adriana López García, tiene 66 años, y los últimos 22 de ellos ha compartido su vida con la sombra del cáncer de mama. Este padecimiento le fue diagnosticado el 15 de agosto de 1990; cuando se detectó un tumor de entre cuatro y cinco centímetros que puso en peligro su vida.
Ella sentía una molestia cuando se recostaba del lado izquierdo, como si le dieran pellizcos, acudió entonces a su Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 220 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) donde la sometieron a un par de biopsias, su muestra fue enviada al Hospital de Gineco Obstetricia No. 4 en el Distrito Federal, que contaba con la última tecnología de la época, para realizar el análisis.
Cuando el médico le dio la noticia de que tenía cáncer de mama su reacción fue muy agresiva, y se culpó a si misma “por no haberme revisado y estar al pendiente de mi cuerpo”, fueron sus hijos quienes la convencieron de hacer caso a los médico e iniciar el tratamiento, por lo que fue enviada al Centro Médico Siglo XXI para la valoración de su tratamiento.
“Los médicos me dijeron que las reacciones iban a ser agresivas. En el primer tratamiento que me dieron, venía de regreso hacia Toluca con mi hijo y comencé a sentirme muy mal, mareada y no escuchaba, las reacciones de la quimioterapia eran muy fuertes y desagradables; me daban escalofríos, mi cuerpo se quedaba sin fuerza, sufría calambres, todo me daba asco y siempre estaba cansada”.
Cuando terminó su tratamiento le confirmaron que ya no tenía cáncer. En ese momento Martha se sintió como si estuviera viviendo un sueño, su llanto la hizo mirar al cielo y agradecer por superarlo, sin embargo su médico le recomendó que siguiera acudiendo a cita para control, cada seis meses a su Unidad de Medicina Familiar.
Después de tres años de haber superado el cáncer, se detectó de nuevo otra bolita en el pecho. Su médico le dijo que de encontrarse algo anormal, le tendrían que hacer la mastectomía, “en ese momento pensé que ahora sí me iba a morir”. Al salir de dicha operación el oncólogo le dijo: “Martha, fue necesario retirarte la mama, pero a cambio de eso, tienes la vida”.
Siguió bajo vigilancia en el IMSS hasta 1999 cuando le diagnosticaron una segunda recaída, pues notó que de nuevo aparecía un pequeño bulto en la cicatriz; tuvo que iniciar su tratamiento como la primera vez. “Pensé que ya no tenía porque seguirme cuidando, lloré, renegué contra Dios. Lloré tanto hasta que mi hijo me consoló y nuevamente me convenció, me dio fuerza para sacar cita para quimioterapia y radioterapia”.
Martha concluyó con las radioterapias y su médico le dijo que ya no necesitaría las quimioterapias, pues su cuerpo había vencido al cáncer otra vez, sin embargo, en el año 2000 sufrió su tercer y última recaída. Martha detectó otra bolita en el esternón, los médicos le advirtieron que el cáncer que se negaba a abandonar por completo su cuerpo, podía haber generado metástasis y afectado otro órgano como la cabeza, en el pulmón o sus mismos huesos.
Con miedo pero mucha determinación de vencer a la enfermedad accedió al tratamiento que le brindaron en el Seguro Social, gracias a su disciplina y la labor de los médicos, el cáncer no afectó ningún otro órgano, se alojó únicamente en la piel por lo que esta vez, solo requirió tratamiento con pastillas, formalmente se le dio de alta en el 2007 aunque sigue bajo vigilancia de por vida.
Debido a su experiencia, Martha se integró a la Asociación Reto Toluca, la cual ayudaba a mujeres con cáncer. Ahí conoció a Irma Esthela García, paciente también de cáncer, quien fuera su amiga y ejemplo para que años más tarde, Martha fundara la Asociación Vive Plenamente Sin Cáncer, que desde el 2010, brinda apoyo a todos los pacientes con diversos tipos de cáncer, hombres y mujeres.
De la mano del especialista en Oncología del IMSS, Doctor Ángel Gómez Villanueva, Martha y un equipo de voluntarias realizan sesiones informativas mensuales en las instalaciones de la Unidad de Atención Médica Ambulatoria, UMAA del Seguro Social, además que facilitan prótesis, turbantes y pelucas para pacientes que no cuentan con recursos para adquirirlas.
Martha es un ejemplo de vida, de fortaleza y espíritu, pues como lo define ella al hablar del cáncer: “aquí no termina, aquí empezamos a vivir una nueva vida”.