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¡La Salud de Cartagena… En estado agonizante!

¡La Salud de Cartagena… En estado agonizante!

Por: William Hundelshauseen Carretero

Presidente Nacional APIC

En charla sostenida con mis amigos Héctor Pérez Fernández y Emilio Bulding, determinamos que la salud de Cartagena está en estado crítico, está pasando por su peor momento, a raíz que existen pacientes que acuden a las IPS y EPS, quejándose por el mal servicio de atención que estas en su gran mayoría presentan. Las largas filas, y problemas al igual que demora en la asignación de citas son las quejas recurrentes; incumplimiento en la Clínica del Norte a los portuarios y magisterio, lo preocupante de la situación es que hay casos de salud que requieren una atención inmediata y la entregan  3 meses después, algunas veces cuando el paciente ha fallecido.

El sistema de salud está en cuidados intensivos, lo están acabando, la corrupción, la politiquería y la codicia bajo la mirada atónita de todos nosotros que impávidos todos los días presentamos ante las autoridades competentes miles de reclamos contra las empresas prestadora de la salud y muchas víctimas más ni siquiera se toman el trabajo de protestar, y otras mueren antes de tener tiempo de quejarse.

Por otro lado, son muchas las denuncias y quejas sobre algunas EPS en Cartagena, por utilizar los dineros de la UPC (Unidad de  Pago por Capitación) para actividades diferentes a la atención de servicios de salud, el no pago a las instituciones de salud y demás proveedores y la no correspondencia de los informes financieros y contables con lo encontrado en las visitas realizadas por la Superintendencia Nacional de Salud. Donde se habla de sobornos, corrupción, negación de servicios contenidos en el plan de beneficios y en fin múltiples irregularidades dentro de las instituciones que hacen parte del sistema que son objeto de investigación por parte de las autoridades competentes.

Lo que pasa es que la salud en Cartagena se quebrajo en pedazos y el Resultado por recuperarlo ha sido fallido. Las razones son protuberantes, pero todas giran alrededor de un mismo eje: la corrupción y su hermana siamesa, la politiquería, se aliaron con la voracidad económica de unas cuantas empresas privadas cuyos dueños en su mayoría son los políticos y con la podredumbre que campea en las oficinas públicas dirigidas por testaferros de estos.

La crisis del sistema de salud  se ha evidenciado protuberantemente. Prueba de ello es el incremento acelerado de las tutelas interpuestas por los usuarios  para acceder al servicio, llama la atención las graves fallas en los órganos estatales de control y protección del derecho a la salud, tales como, CNSSS, la CRS y el Ministerio de Salud, donde se detecta omisiones de los entes de vigilancia del sector, como la SNS.

Se han descubierto numerosos casos en que los directivos de las EPS privadas, a la hora de escoger hospitales para contratar servicios, lo hacen con aquellos que son de sus amigos políticos, de sus familiares o de sí mismos. Fundan clínicas solo con ese propósito. Se ha comprobado que su calidad es inferior al promedio. Natural que así sea: no están hechas para salvar vidas, sino para ganar plata; hoy no son pacientes sino clientes.

Pero aquí no hay un gobernante que ponga el grito en el cielo y los meta en cintura, ni hay un juez que, además de meterlos en cintura, los meta también en la cárcel. Lo que es peor, no hay ciudadanos que protesten seriamente en nombre de la salud colectiva. Veedores de salud, últimamente los hemos visto callados a pesar que conocen de todas estas irregularidades.

La corrupción y el desorden, que es su principal cómplice, comienzan desde el principio. La salud no tiene una base de información unitaria, sino dos: una para las personas que pagan su contribución y otra para quienes reciben subsidios del Estado. El caos es de tales proporciones que hay duplicidad de usuarios y se cobra por atender a personas que ni siquiera existen.

Concluimos que el sistema tiene fallas, pero el escenario es que ni siquiera las acciones judiciales o medidas impositivas permiten el acceso a los servicios, porque estos fallos no se cumplen, y para que se hagan efectivo hay que recurrir a derechos de petición, tutelas y desacatos. ¡La Salud de Cartagena… En estado agonizante!

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