La política como pantomima: el chapulineo descarado que exhibe la decadencia en Almoloya de Juárez

La política como pantomima: el chapulineo descarado que exhibe la decadencia en Almoloya de Juárez

Por Raúl González Nova 

Lo que ocurre en #AlmoloyaDeJuarez ya no puede llamarse política: es pantomima, simulación y oportunismo en estado puro. Hay personajes que han convertido el servicio público en un espectáculo grotesco, donde la dignidad estorba y la congruencia se desecha. El caso de #MiroslavaContreras es una muestra obscena de cómo algunos actores, al quedarse sin espacio real en #Morena y en el Partido Verde Ecologista de México, optan por arrastrarse de sigla en sigla con tal de no desaparecer del presupuesto.

Incapaz de sostener un proyecto propio, Miroslava Contreras mueve a su pieza más dócil: María Luisa Hernández Remedios, novena regidora del Ayuntamiento de Almoloya de Juárez. Llegó al cargo gracias al PRI, pero traicionó esas siglas casi de inmediato. No hubo debate interno, no hubo reflexión ideológica: hubo obediencia ciega. La regidora cambió de lealtades con la misma facilidad con la que otros cambian de discurso, dejando claro que su compromiso nunca fue con los ciudadanos, sino con quien le garantice permanencia y protección.

No se trata de confusión política, sino de cinismo deliberado. Es una traición abierta al partido que le dio la candidatura y una burla frontal a los votantes, a quienes se les pidió confianza y se les pagó con sumisión y silencio.

Durante meses, su desempeño ha sido patéticamente irrelevante. En el Cabildo, María Luisa Hernández no ha sido contrapeso, no ha sido voz crítica y no ha sido representante ciudadana. Ha sido, simple y llanamente, una levantadedos profesional al servicio del presidente municipal Adolfo Solís Gómez, validando decisiones sin cuestionar, avalando inercias y renunciando a la mínima responsabilidad de fiscalizar el poder.

El espectáculo raya en el absurdo cuando, enviada nuevamente por su jefa política, aparece en actos priistas, generando rechazo y molestia entre militantes que no son ingenuos y que reconocen perfectamente su cercanía con Morena y el Verde. Es el colmo de la desfachatez política: usar un partido que ya se traicionó como simple escenografía para no perder vigencia.

El mensaje que envían es brutal y ofensivo: las siglas no importan, los principios estorban y la ciudadanía es prescindible. Hoy Morena, mañana Verde, pasado mañana PRI. Todo vale si hay cargo, si hay poder, si hay beneficio personal. Así actúan quienes no creen en proyectos, ni en ideologías, ni en el servicio público, sino únicamente en su propia supervivencia política.

Este chapulineo no es anecdótico: es corrupción moral, es degradación institucional y es una señal alarmante del desprecio que ciertos funcionarios sienten por la democracia local. Son políticos sin memoria, sin palabra y sin pudor, que han convertido el Ayuntamiento en una pasarela de conveniencias.

El PRI, si aún pretende conservar algo de dignidad, tiene la obligación de deslindarse con claridad de estos personajes. Guardar silencio es validar la traición; tolerarla es volverse cómplice. La militancia que todavía cree en el partido debería preguntarse cuántas veces más permitirá que sus siglas sean utilizadas como moneda de cambio.

Almoloya de Juárez no necesita figurantes ni camaleones políticos. Necesita representantes con carácter, con principios y con valor para incomodar al poder.

Lo demás es farsa. Y la farsa, tarde o temprano, se paga.