EL SISTEMA COLOMBIANO DE SALUD LO ESTÁN ASESINANDO SUS DIRIGENTES
EL SISTEMA COLOMBIANO DE SALUD LO ESTÁN ASESINANDO SUS DIRIGENTES
Por: William Hundelshauseen Carretero
Presidente Nacional APIC y delegado de Conape en Cartagena
El sistema colombiano de salud lo están asesinando sus dirigentes, lo están acabando, la corrupción, la politiquería y la codicia bajo la mirada atónita de todos nosotros que impávidos todos los días presentamos ante las autoridades competentes miles de reclamos contra las empresas prestadora de la salud, víctimas que ni siquiera se toman el trabajo de protestar, y otras mueren antes de tener tiempo de quejarse. Lo que pasa es que el sistema colombiano de salud se quebrajo en pedazos y el Resultado por recuperarlo ha sido fallido. Las razones son protuberantes, pero todas giran alrededor de un mismo eje: la corrupción y su hermana siamesa, la politiquería, se aliaron con la voracidad económica de unas cuantas empresas privadas cuyos dueños en su mayoría son los honorables padres de la patria y con la podredumbre que campea en las oficinas públicas dirigidas por testaferros de los representantes del pueblo en el Congreso. Sin embargo es claro que el sistema se salud de Colombia es un completo desafío para el gobierno ya que la mala manipulación y utilización de los recursos y la corrupción interna que se vive en las entidades prestadoras de salud, públicas y privadas incluyendo aquellas que regulan estos servicio, la deshonestidad de los administradores de la salud es mucho mayor de lo que nos imaginamos, esos lo podemos indicar a partir del manejo de recursos que se dan para la salud; donde se nota que los municipios con menores ingresos económicos tienen una sustracción seis veces mayor que los municipios que cuentan con ingresos económicos mayores. Los dirigentes políticos solo piensan en sus intereses y como pueden sacarle tajadas de los pocos recursos que se tienen, lo que ellos buscan es como implementar estrategias que permitan aumentar su nivel de competitividad frente a otras EPS pero nunca piensan en como corregir esas falencias para mejorar la calidad de vida a nivel de salud de los ciudadanos violando la constitución donde dice que tenemos el derecho a una seguridad social y a una buena atención como usuarios del servicio. En 1993 se implanto una reforma de los sistema de salud que permitiera incrementar mecanismos de mercadeo en el sector salud esto cedió para aminorar las desigualdades que sacude con mayor prevalencia y fuerza a las personas vulnerables, a partir de esas reformas se crearon los sistemas salud del régimen subsidiado que es aquel que cubre a las personas de bajos ingresos económicos y los desempleados y sería financiado por fondos que otorga el estado directamente a las entidades prestadoras de estos servicios, mientras que el régimen contributivo estaría conformado por entidades privadas que atienden a quienes pagan la atención de forma directa o mediante sistemas de prepago. Desde que se estableció el sistema, hace más de veinte años, el Estado se la pasa improvisando medidas transitorias, que no han servido para nada, y mientras tanto nadie atiende a los afiliados, los médicos tienen que trabajar por unos honorarios de indigencia, los medicamentos son una tragedia de cada día y no les pagan a las instituciones que prestan servicios: hospitales, laboratorios clínicos, odontológicos, empresas de radiología. El sistema no resiste una reforma más. Es un régimen insostenible. La corrupción y el desorden, que es su principal cómplice, comienzan desde el principio. El sistema colombiano de salud no tiene una base de información unitaria, sino dos: una para las personas que pagan su contribución y otra para quienes reciben subsidios del Estado. El caos es de tales proporciones que hay duplicidad de usuarios y se cobra por atender a personas que ni siquiera existen. En cuanto a los subsidios, son incontables los municipios que reportan atención a una cantidad de enfermos superior al número de habitantes de la población entera. (Es un caso similar al de la educación: para sacarle dinero al Estado, hay colegios y universidades que envían unas listas de becarios que superan en cantidad a todos los matriculados.). En Colombia, la salud mueve al año cerca de 38 billones de pesos. La mitad de esa cifra monstruosa proviene de los dos regímenes que operan en el país; la ineficiencia ha llegado a tales extremos que los pacientes, aunque hayan comprado un seguro, tienen que cancelar cada año 8 billones más de su propio bolsillo para que los atiendan. El resto, unos 11 billones anuales, los aportan la Nación, los departamentos y los municipios. Es decir: todos los colombianos que pagan impuestos. La Ley 100 no creó un verdadero sistema de salud: creó un sistema de aseguramiento comercial, en el cual no se contemplan la educación, capacitación ni, mucho menos la investigación. Los recursos que vayan a estos dos renglones deben ser considerados inversión y no un gasto. Los malos manejos, los intereses personales de algunos de nuestros gobernantes y la corrupción, tienen al borde del abismo el futuro de la Salud en Colombia. Pero cada gobierno se niega a asumir el control de esos dineros y los deja en manos de unas compañías llamadas “empresas promotoras de salud”, que son el origen de nuestras desgracias. Colombia es el único país del mundo donde se permite que unas empresas particulares manejen a su antojo el dinero sagrado de la salud y que, además, lo cobren por adelantado. Son como las muchachas prepago, pero menos complacientes, por eso: EL SISTEMA COLOMBIANO DE SALUD LO ESTAN ASESINANDO SUS DIRIGENTES