*Las Querellas Sociales
Por Rafael Loret de Mola
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Las querellas sociales contra la cuatrotera administración van convirtiendo en decadente, por ausencia total de autoridad moral, al propio régimen enemistado con la cordura y ofuscado por la antidemocracia. Ya no es solo la demagogia la que guía su quehacer sino también el concubinato perverso con el crimen organizado -tal y como señaló hace años el extinto Porfirio Muñoz Ledo, de la antigua camarilla morenista-, y la ausencia total de rumbo en el espectro económico que mantiene en 0.3 por ciento la proyección de crecimiento de nuestro país, a la “cola” de las naciones latinoamericanas. Jamás habíamos estado tan mal, ni siquiera en el nefasto abismo de Andrés Manuel.
Quizá por ello debió salir de la Unidad de Inteligencia Financiera el comunista Pablo Gómez, quien jamás ha negado ni tiene porqué su adoctrinamiento desde su espurio liderazgo en el Consejo Nacional de Huelga, en 1968, que llevó a uno de los mayores dramas civiles de los años cercanos pero ya no tan recientes. La carga sigue siendo la misma y la memoria va cayendo igualmente en picada sin posibilidad de detenerla. El terrible dolor por Tlatelolco no ha cerrado porque el rencor y el odio van ganando la batalla a los propósitos de paz de millones de mexicanos cansados de sostener en el poder a una banda de mafiosos.
La exporra Sheinbaum, búlgara de origen y por ende sin legitimidad alguna para decirse presidenta (e), además espuria porque ha quedado demostrado que la cibernética se robó las elecciones -elemento que se agrega a las fórmulas amafiadas como narró AMLO en 2006 y que le hizo odiar a Felipe Calderón pero sin atreverse, cobardemente, a proceder judicialmente contra él porque no encontró elementos de prueba- y se convirtió en una acomodada marioneta, tan sola que su perentorio marido, Jesús Tarriba, muy cercano a los cárteles de Juárez y Sinaloa -de los que fue contador acucioso-, ya está por decidir su separación definitiva de la búlgara vulgar.
Varias son las querellas sociales -no hablamos de judiciales porque este pilar, como el de María Blanca, ya está destruido-, pendientes de resolver. A saber:
La grotesca impunidad que cubre a elementos claves de los cuatroteros: Adán Augusto López Hernández, el primero, cuyos nexos con el jefe de la temible banda “La Barredora”, Hernán Bermúdez, es indiscutible; el delicadito Mario Delgado, secretario de Educación, los gobernadores Rubén Rocha Moya, de Sinaloa, Américo Villareal, de Tamaulipas -y ya son varios narcos los que han pasado por este cargo-, y Alfonso Durazo, de Sonora; las gobernadoras Rocío Nahle, de Veracruz, cuyo cinismo es enciclopédico, y Layda Sansores, de Campeche, conocida como el rostro fiel de Morena y la 4T, amén de otras de la misma calaña -no olvidemos a Evelyn Salgado, de Guerrero, a Indira Vizcaíno, de Nayarit y, por supuesto a la bruja mayor, Clara Brujada -solo hace falta cambiar la “g” por la “j”-, que ensombrecen el llamado empoderamiento femenino.
No olvidamos, por supuesto, al pandillero mayor, el rijoso incontrolable, Gerardo Fernández Noroña, como muestra absoluta de la fatal metamorfosis que hunde a los morenistas ni a los ex priistas y ex panistas ahora convertidos en morenistas luego de salir del clóset de las ambiciones pueriles, tales como los Murat, los TRAIDORES Yunes -jamás podrán vindicarse los mexicanos de bien escupiremos a todas sus generaciones-, los Monreal -Ricardo se llevó a Europa al diputado Enrique Vázquez, conocido en la comunidad lésbica-gay y quien se le escapó a Ibiza hasta perder el control-, y otros mandatarios en el preámbulo del trueque más perverso: el territorio de sus entidades a cambio de embajadas. Ya hablaremos de ellos pero están destinados a traicionarlo todo, hasta los esfínteres.
México no debe soportar a un gobierno así si bien existe una sentencia terrible:
“Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, alegó Joseph de Maistre y Adolfo López Mateos hizo suya la frase y la repitió hasta cansarse. ¿Pasarán nuestras generaciones a la historia por su cobardía al tolerarlo; hasta hoy me temo que sí aunque es posible que el despertar de los mexicanos asfixie a los explotadores convertidos en emperadores de facto muy similares a quienes llegaron a Europa en busca de un príncipe, el enajenado barbado de Miramar, para entregarle el país. Ahora, es una búlgara la que aparenta mandar siguiendo la agenda de su antecesor, el nefasto AMLO, quien ya perdió la historia y hasta la dignidad, junto a la de sus hijos, viviendo como jeque y diciéndose austero. Menudo canalla.
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¡Desapareció el Palacio Nacional! No quedan ni rastros del virreinal edificio que ocuparon los representantes de la invasora corona hispana y después los presidentes ya bajo la bandera y la campana de la Independencia. No habrá más repiques la noche del 15 de septiembre ni convocatorias masivas en el Zócalo que ahora deberá ser rehabilitada, como la llamada zona cero de Nueva York, como un centro de esparcimiento con un museo para exhibir al jurásico político de México con todo y el AMLO-REX, el más peligroso de los DINOSAURIOS de la era y a su corcholata Sheinbaum.
En lugar de ser “totalmente Palacio” convirtió a López IV en un monje de la escoria, tenebroso, hasta con el silicio de la impunidad amarrado a la cintura, y a su sucesora, la soberbia Claudia alentadora de criminales, digamos el secuestrador infame Israel Vallarta conminado a desmantelar a un periodista independiente respetado internacionalmente; ahora la que fue sede del Ejecutivo federal convertido en la verdadera Cueva de Alí Babá y sus ¿cuarenta? Ladrones, bajo candiles magníficos con alegorías de los tiempos de la invasión ibérica, tibores con retoques dorados y algunos cubiertos de oro extraído de Iguala en donde, todavía hoy, se vive la esclavitud en las minas “concesionadas” a las empresas canadienses aunque nadie ha procurado entender cómo es que entre los minerales más finos se introduzcan toneladas de cocaína y fentanilo, la nueva droga y más cotizada en USA, el gran mercado. Por eso cayó “El Mayo”. ¿Y AMLO cuándo?
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