Artículo de Abel Santiago. De Buzón a buzón 356
CRÍTICA SUCESIÓN GUBERNAMENTAL
El oportunismo, la sumisión y la voracidad de la clase política oaxaqueña han quedado de manifiesto ante la próxima sucesión gubernamental, porque los elementos que se consideraban valiosos de cada partido para ser candidatos, cuando fueron descartados se sometieron de inmediato, dejando que sus líderes negociaran libremente lo más conveniente para sus intereses personales, con lo que demostraron su baja calidad moral y su falta de consciencia cívica, aparte de su verdadero desinterés por la solución de los problemas que se han ido acumulando a lo largo de varios sexenios. Cada uno de ellos se ha acomodado con el que mejor garantice su permanencia entre los privilegiados, esperando que sus partidarios se sumen a la cargada para que con sus votos se eleve el precio de la factura que cobrarán por su participación en las precampañas.
Entre los que fueron seleccionados dos no son oaxaqueños de nacimiento y uno ni siquiera cuenta con el tiempo de residencia en la entidad, como lo exige la ley, por lo que de ser impugnados lo justo sería nulificar sus candidaturas para que el proceso electoral sea democrático y legal, ya que no lo fueron las decisiones cupulares para imponerlos. En este remoto caso las candidaturas se reducirían a dos, supuestamente de izquierda, aunque sobre uno, Salomón Jara, pesan acusaciones de corrupción e inmoralidad, lo que seguramente no era del conocimiento del partido que lo postula, Morena, que todavía goza del beneficio de la duda porque no ha logrado el poder. El otro, José Antonio Estefan Garfias, tiene el inconveniente de representar el continuismo del actual gobierno, o sea impunidad, corrupción y sobre todo tolerancia con los grupos de delincuentes llamados luchadores sociales, como el magisterio, a los que no sólo pasan sus atrocidades antipopulares, sino que subsidian para que continúen sus actividades en perjuicio de la sociedad y el comercio establecido.
Ese es lamentable y sombrío panorama al que se redujo la ansiada sucesión gubernamental, de la que se esperaba el cambio ya deseado por la frustrada ilusión que produjo el actual gobierno, que desde sus inicios dio pruebas de un continuismo semejante al que se espera, por la complicidad de los partidos políticos y porque el Instituto Nacional Electoral cerró el paso a las candidaturas independientes, aparte de que ya se ha visto que los posibles candidatos no fueron más que comparsas del sistema que domina la mafia, cuyos máximos representantes, como botón de muestra, se acaban de reunir para celebrar el 75 aniversario del farsante Diego Fernández de Cevallos. Además, como en el caso de El Bronco de Nuevo León, ya está probado que los independientes no son más que títeres de la oficialidad, como queda claro en Oaxaca, que no hubo un verdadero valor para disputar la gubernatura.
El caso de la ciudad capital es igual de lamentable, porque los principales candidatos a la Presidencia Municipal son miembros de la actual quemada 62 legislatura local, la más corrupta e ineficiente de la historia del estado, que ha ocupado la diputación para el arreglo de asuntos particulares y promociones para ocupar nuevos cargos electorales o administrativos. Todos los días vemos fotografías de estos aspirantes en los diarios, supuestamente gestionando algún beneficio para sus respectivos distritos, pero ni siquiera se dignan asistir a las sesiones ordinarias, ni menos a resolver los asuntos legislativos pendientes, como la aprobación de las leyes cuyas iniciativas se han acumulado desde que iniciaron sus funciones. Entre los aspirantes a la candidatura municipal, figuran principalmente panistas y priistas, pero aunque los llamados de izquierda no pertenecen a ese grupo de sedicentes representantes populares, también han destacado por su ineptitud y negligencia en los cargos que han desempeñado, así por su participación, abierta o clandestina, en las actividades de los grupos que alteran con frecuencia la tranquilidad y desempeño normal del trabajo de la sociedad oaxaqueña.
Ante esta situación, la ciudadanía se muestra indiferente por la falta de un candidato con arraigo popular y que realmente se encontrara comprometido con la solución de los problemas que nos afectan, y no con los grupos de poder o de presión que son los que han estado dominando desde hace varios sexenios y que se disponen a continuar con cualquiera de los actuales candidatos que llegara a ganar las elecciones, o que sea impuesto por los altos mandos como ha ocurrido en repetidas ocasiones. El malestar general se verá en las urnas electorales, donde es posible que la votación sea con consignas de protesta de los votantes o con la anulación de las boletas, pero como se ha comprobado, la mapachería se repartiría esos votos a su conveniencia. De todas maneras quedaría constancia de la falta de participación en el proceso electoral, porque la población no desea que se repita el caso de 2010, en el que se entusiasmó por el cambio ofrecido pero que quedó en las mismas condiciones que con los gobiernos priistas, con la agravante de que por la ingobernabilidad se produjeron muchos daños a la población ante la tolerancia y en muchos casos estímulo a los grupos que, como el magisterio, siguen gozando de impunidad como ocurrirá de triunfar la coalición Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca, pero igualmente se acentuará la corrupción y el dominio de un exgobernador si llegara a triunfar o ser impuesto el priista.
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