*Entre lealtades cruzadas, renuncias forzadas y un gabinete hundido, Almoloya vive el desorden de un presidente incapaz de gobernar
Por Raúl González Nova
Almoloya de Juárez, México.–
La crisis en el Ayuntamiento ya no se puede ocultar. #Gobernación —el área que debería ser el cerebro político de la administración— está convertida en un caos absoluto. Y todo apunta a una sola causa: la incapacidad del presidente municipal #AdolfoSolísGómez para controlar a su propio equipo.
Dentro de esta dependencia, el desorden es tan profundo que trabajadores hablan de traiciones abiertas, intereses ocultos y una estructura operando al servicio de agendas ajenas al municipio.
La figura central del conflicto es #AliciaSánchez coordinadora de Gobernación, señalada por jugar para dos bandos: por un lado, finge obedecer al alcalde; por el otro, mantiene una evidente cercanía con #PedroLuisGómez y con la exdiputada priista #MyriamCárdenas quienes —según múltiples versiones internas— mueven hilos y decisiones importantes dentro del Ayuntamiento.
¿Y el alcalde?
Callado. Pasivo. Superado por su propio gabinete.
No es exageración: muchos dentro de la administración aseguran que Adolfo Solís ya perdió el control político del municipio. Las decisiones no pasan por él, no se le respeta y varios funcionarios operan como si el presidente fuera solo un espectador de su propio gobierno.
La llegada del nuevo director de Gobernación, #EnriqueFuentes desató todavía más tensión. En lugar de ordenar la dependencia, se generó un ambiente de miedo, hostigamiento y presiones para firmar renuncias anticipadas.
Una práctica que trabajadores califican como abusiva, autoritaria y absolutamente contraria al derecho laboral.
Pero lo más grave no es solo la descomposición interna.
Lo verdaderamente escandaloso es que el presidente municipal ha permitido que una de las áreas más sensibles del gobierno termine convertida en un campo de batalla político, donde cada quien hace y deshace sin rendir cuentas.
Hoy Gobernación es un reflejo fiel del estilo de gobierno de Solís Gómez:
desorden, contradicciones, improvisación y falta total de liderazgo.
Mientras la dependencia se fractura entre traiciones, intereses personales y presiones ilegales, el alcalde permanece ajeno, distraído, incapaz de poner orden.
Y Almoloya ya paga las consecuencias: un gobierno débil, dividido, sin autoridad moral y con un presidente que no gobierna, solo ocupa la silla.
Si así sigue, a Solís Gómez no lo tumbará la oposición:
lo tumbará su propio equipo.

