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ABANDONO DEL PERIODISTA

ABANDONO DEL PERIODISTA

Por: William Hundelshauseen Carretero

Presidente Nacional APIC

 

La profesión de periodista en Colombia es la más desamparada, tanto a nivel empresarial como estatal, siendo la actividad que mayores enemigos tiene y ofrece toda clase de peligros a quienes la practicamos y desempeñamos el bendito oficio con dedicación responsabilidad y gran patriotismo.

 

Desafortunadamente el gremio en la Costa Atlántica viene sufriendo angustiosa división originada por diversos factores que merecen crudo análisis en busca de las verdaderas causas y conseguir superar los defectos que la originan. En cambio tenemos que la división existente produce benéficos resultados al sector patronal que indiferente, puesto que le conviene, indirectamente colabora a profundizar el clima, evitando la toma de conciencia en un sector desprovisto de toda clase de protecciones de tipo laboral y con hondas repercusiones en el orden socio-económico.

La profesión de Periodista otrora trinchera de libres pensadores y fieles defensores de la democracia, afronta ahora delicado dilema ante la extensa comercialización en los medios de comunicación social amparados, ellos si, en un sistema indiferente convertido en cómplice de la clase dominante politiquera.

 

Nuestra profesión cuenta con infinidad de gamas de arribistas deseosos de figurar en el medio y quienes son movidos por  propósitos de escalar posiciones ocupacionales y por ende llegar a altos cargos empresariales, políticos y gubernamentales y que por consiguiente no observan interés en la organización del quehacer y mucho menos en su unificación, porque utilizan al periodista y su programa para sus propios intereses.

 

Al cometido se acercan dirigentes en decadencia que en poco tiempo se recuperan; universitarios desubicados; individuos desocupados; dirigentes cívicos; ahijados cuyos padrinos políticos momentáneamente carecen de poder y en fin toda clase de oportunistas con pretensiones de escampar a crisis de cualquier orden y quienes una vez vencidos los inconvenientes abandonan el ejercicio sumándose al inmenso núcleo de arribistas por conveniencia y el que sufre es el periodista que se utilizo para este fin.

 

La tarea de Comunicador Social es encargada por los empresarios y altas esfera del  departamento y distrito a personas que en muchos casos carecen de idoneidad o simplemente a los recién egresados de las universidades que algunas veces son jóvenes carentes de experiencia y recursos intelectuales que desplazan al verdadero periodista.

 

Frecuentemente ve uno o escucha en algunos medios de comunicación radial de la Costa, noticias o comentarios que inclusive, pueden afectar en su honra a personas, que luego deben rectificarse, y en muchos casos, a medias, lo que es injusto, porque el mal queda hecho. Bien se dice que de la calumnia algo queda.

 

No significa lo anterior que los medios, o mejor, las personas que lo manejan, lo hagan intencionalmente. Pero sí, por lo menos con ligereza, sin constatar en debida forma lo que se dice o escribe. Y es tan grave por sus efectos, hacerlo por ligereza, como intencionalmente, en otras palabras, dolosamente. Aunque en muchos casos, quizá en la mayoría, se acepta hacer rectificaciones que, además, es lo correcto ética y legalmente, en el ambiente siempre algo queda flotando en contra de las personas afectadas.

 

El congreso de la República en su sabio entender el 14 de diciembre de año 2002 aprobó la Ley que permite al ejercicio periodístico recuperar el estatus de profesión que había perdido por un fallo de la Corte Constitucional  en 1998 que la declaró inexequible la tarjeta profesional para ejercer el periodismo, con lo cual la profesión quedó con el rango de oficio, debido a que los magistrados consideraron contrario a la constitución política la exigencia de la tarjeta.

 

Pero hoy, gracias a la sabiduría de la Senadora María Isabel Medina, ponente del proyecto, todo periodista deberá ser profesional con título universitario expedido por una entidad reconocida por el Estado, con la cual el Ministerio de Educación reconocerá al profesional, igualmente a los periodistas “empíricos” que han aprendido el ejercicio de la profesión con los años también serán reconocidos. “La norma permite homologar la experiencia mínima de diez años, antes el Ministerio de Trabajo o de Educación Nacional”.

 

Esto, nos explica que las reinas de belleza no podrán ser periodistas si no son profesionales porque el reinado se convirtió en una facultad clandestina para ejercer la comunicación social y como si fuera poco a todo esto se le suma la desorganización oficial que ha diversificado el encargo de súper vigilar la actividad en los Ministerios de Gobierno, Educación, Trabajo  y Comunicaciones, donde ninguno de ellos ha asumido las responsabilidades para tomar riendas en el asunto y poner freno de una vez por todas al ejercicio del bendito oficio cuyos integrantes no quieren entender la necesidad del proceso unitario y poder erradicar el peligro de la división elitista que tanto nos perjudica y que es aprovechada por unos pocos en perjuicio de una clase social convertida en ejercito de desamparados, en cuyas filas el sobrevivir requiere de muchos esfuerzos, tanto personales como hogareños y con riesgo hasta de su propia vida.

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