Por Raúl González Nova
Almoloya de Juárez, México. —
La pregunta que cada vez más ciudadanos se hacen es directa y necesaria:
¿Dónde quedó la Presidencia Municipal de Almoloya de Juárez?
Y no se trata solo de un edificio cerrado o de un cambio temporal de oficinas.

El fondo del asunto va más allá: una ausencia visible de gobierno, una desconexión creciente entre la autoridad y la ciudadanía, y la sensación de que la administración pública ha dejado de estar al servicio del pueblo para centrarse en la imagen personal del alcalde.
El Palacio cerrado, la Plaza abierta, el Palacio Municipal, símbolo del gobierno local, luce sin movimiento. En contraste, la llamada Plaza Invernalia parece haberse convertido —según versiones ciudadanas y de algunos empleados— en el nuevo punto de operación de la administración municipal.
En ese lugar, aseguran, se concentran actividades administrativas y atención al público. Sin embargo, no hay claridad sobre el acuerdo institucional o fundamento legal que respalde el traslado de funciones oficiales a un espacio de carácter privado.
No se trata de acusar, sino de formular una pregunta legítima:
¿Por qué una presidencia municipal, con presupuesto propio y oficinas públicas, estaría operando fuera de su sede oficial?.

Los millones que no se ven, El presupuesto 2025 aprobado por el Cabildo asciende a 744 millones de pesos, una cifra considerable que debería reflejarse en calles pavimentadas, infraestructura digna y servicios eficientes.
Pero la realidad muestra otra cara: obras inconclusas, calles deterioradas y proyectos anunciados que no terminan de concretarse.
En comunidades como Mina México y Colinas del Sol, San Miguel, vecinos reportan fallas tempranas en las obras, materiales de baja calidad y construcciones inconclusas.
Mientras tanto, la presencia del gobierno en redes sociales parece más activa que en las propias comunidades.
Desgobierno con aroma a simulación, También se habla de despidos injustificados y juicios laborales en curso, además de una gestión enfocada en la imagen más que en los resultados.
Los trabajadores afectados merecen transparencia, respeto y respuestas claras.
A esto se suma el silencio del Cabildo municipal, integrado por nueve regidores que, según los ciudadanos, han mantenido una postura pasiva.
No hay debate, no hay oposición visible, y sin contrapesos, el poder se acomoda sin rendir cuentas.
Entre la opacidad y la ausencia, el presunto traslado de oficinas, la falta de información sobre el ejercicio del presupuesto y la debilidad de los mecanismos de supervisión dibujan un escenario de concentración de poder y de opacidad administrativa.
No se trata de atacar, sino de exigir lo que la ley establece: transparencia, legalidad y rendición de cuentas.
Porque un gobierno que se encierra o se muda a un espacio privado no solo se aleja físicamente del pueblo, sino moralmente de su deber de servir.
La pregunta sigue en el aire, Almoloya de Juárez no necesita más discursos ni fotografías de inauguraciones.
Necesita presencia, resultados y liderazgo real.
Y mientras eso no ocurra, la pregunta seguirá resonando entre los vecinos, los comerciantes y las comunidades rurales:
¿Dónde está realmente la Presidencia Municipal de Almoloya de Juárez: en la Plaza Invernalia, en las redes sociales o con el pueblo que la eligió?
