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Almoloya de Juárez y la eterna deuda con los servicios básicos

Vivir en Almoloya de Juárez debería ser sinónimo de tranquilidad y desarrollo, pero para miles de familias, el día a día se convierte en un constante recordatorio de las deficiencias del ayuntamiento municipal. Los servicios básicos, esos que deberían ser la columna vertebral de cualquier gestión local, siguen siendo una deuda pendiente que las autoridades parecen no tener prisa por saldar.

En muchas comunidades, el acceso al agua potable es intermitente, convirtiendo un derecho esencial en un privilegio. Las calles, en su mayoría, carecen de mantenimiento adecuado, con baches que parecen cráteres permanentes, y la recolección de basura es tan irregular que los vecinos terminan organizando faenas comunitarias para limpiar sus propios espacios.

La falta de alumbrado público en colonias y comunidades rurales no solo representa un problema de imagen urbana, sino un factor de riesgo directo para la seguridad de las familias, que deben transitar entre la penumbra y la incertidumbre. ¿Y qué decir de las áreas verdes y espacios públicos, que lucen descuidados o simplemente inexistentes?

El ayuntamiento de Almoloya de Juárez tiene la obligación de entender que brindar servicios básicos eficientes no es un favor ni un logro político, es una responsabilidad fundamental. Dejar que las carencias se acumulen solo profundiza la desconfianza de la ciudadanía, que cada vez cree menos en sus autoridades.

Los habitantes de Almoloya no piden lujos, solo lo mínimo indispensable para vivir con dignidad: agua, luz, calles seguras y espacios limpios. Y es justamente esa sencillez la que parece imposible de garantizar. Mientras los discursos siguen llenos de promesas, la realidad sigue vacía de soluciones.

Almoloya de Juárez merece mucho más que administraciones de paso; merece autoridades que comprendan que la calidad de vida empieza con servicios básicos dignos.