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LA CORRUPCIÓN: CÁNCER QUE CARCOME LA CIUDAD   

LA CORRUPCIÓN: CÁNCER QUE CARCOME LA CIUDAD     

Por: William Hundelshauseen Carretero

Presidente Nacional APIC

Cartagena ha sido una ciudad, que se reconoce por su historia política, caracterizada por corrupción y violencia, que día a día alimentan su imagen ya en detrimento frente a la comunidad internacional.  En las últimas administraciones  se empezó a vivir una impactante oleada de corrupción asociada con los nexos de políticos con las mafias. Esto terminó en uno de los procesos más vergonzantes para Colombia,  en el cual los mal llamados padres de la patria de Bolívar, se vieron involucrados al punto de pagar con cárcel a través de una investigación judicial que sin embargo terminó con su absolución.

En la actualidad las cosas no han cambiado respecto a la situación política de Cartagena, es más si se dijera que están peores que nunca no habría mucho que discutir. Desde el 2010, se abrió un proceso judicial contra la corrupción de políticos, que se hizo notar a través de las mermeladas, carrusel de la contratación, contratación sin el lleno de los requisitos, pago de dadivas a financistas de las diferentes campañas políticas a raíz de  las alianzas ilegales de algunos políticos investigados por la Corte Suprema de Justicia, la misma que citó al actual presidente Santos a declarar por caso Odebrecht y la misma que ha aportado a los últimos tres Presidente en actos de corrupción que afectan a esa corporación: Leónidas Bustos, Francisco Ricaurte, detenido recientemente, Camilo Tarquino y la dura evidencia que acorrala al magistrado Gustavo Malo por el “contubernio de magistrados con la clase política”.

En Cartagena el concepto de política es uno que ha sido subvalorado e incluso cambiado tanto hasta tal punto que parece que tan solo una minoría desafortunada quienes parecen padecer de ella.  Es difícil decir que existe la política en la Ciudad, o más bien es mucho más difícil afirmar que su definición se cumple a cabalidad aun cuando se comienza en una contienda electoral y en la etapa final se renuncia o se saca de la misma por no haber cumplido con los requisitos establecidos en la Ley. Los dirigentes políticos parecen no estar al tanto de la situación deplorable en la cual  se encuentran sus gobernados, que cada día se les es dificultoso conseguirse el pan diario, y cuando lo consiguen les he difícil repartir entre tantas bocas que alimentar. El escenario actual no ha cambiado, los que están en el poder siempre lo han estado, el nepotismo, la corrupción y el favoritismo están actuando como CANCER que carcome nuestra ciudad.  Las decisiones se toman sin el consentimiento popular y sin pensar en aquellos que puede afectar estas decisiones; se volvió cultura y costumbre permitir que los políticos nos roben de frente, porque desde niños crecimos con el estigma que “Todos los políticos son corruptos”, y es por esto que en vez de protestar y no seguir eligiendo a los mismos, simplemente agachamos la cabeza, suspiramos y nos decimos en voz baja, muy baja, “OTRA VEZ NOS EQUIVOCAMOS”. Por eso  la corrupción y sobre todo la impunidad hacen de nuestro sistema político un sistema inútil y posfechado.

La destinación es siempre que cuando llegan al poder, los dineros públicos pasan a bolsillos de unos cuantos entre ellos los financistas, las consecuencias; demoras y mala calidad de las obras públicas, la desviación de los fondos públicos a través de facultades que entrega el honorable concejo, corporación que posiblemente quedará sin concejales y en el limbo administrativo, porque se le suma la suspensión de gran parte de ellos. Otra mala noticia para una ciudad que requiere de ajustes institucionales urgentes por el mal estado estructural y de planeación que tiene la capital, la mala calidad de la educación, la salud en estado agónico y manejada por las mafias. Lo único que si podemos asegurar que ha cambiado es el cinismo y la capacidad de maquillaje que tienen aquellos dirigentes que a través de la historia hemos elegido democráticamente y todo esto porque se habla de un intercambio de favores entre los políticos con financieros que provocan intimidación y miedo a la población para que voten por determinado candidato en las elecciones, causando  una crisis institucional y la ilegitimidad en los mecanismos electorales. Convirtiéndose en el cáncer que carcome la ciudad.

 

   

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